viernes, 5 de abril de 2013




Me gustaría poder tener historia para poder contarte, miles de experiencias nefastas en donde más de alguien salió herido y las locas noches de mi ciudad se vieron hundidas en embriagantes delicias pasajeras, con líneas interminables de droga placentera.
Decirte que maldecí a Dios porque me pareció rebelde y alucinógeno decir que no era ni importaba más que yo y mi pensamiento individualista.
Veo como otros saborean lenguas de otras mentes, dulces y escritas de manera correcta y extraviada y sólo tengo noches solitarias acompañadas de café y lectura.
No puedo ser bella sin ser más que yo misma y quisiera sentir las manos de otro sexo, pero me contiene mi otro ser ingrato que me dice que el ser nefasto trae más de una consecuencia.
Me gustaría poder tener historias que contarte, noches eternas de alcohol, de pensamientos oscuros y prohibidos, de maldad brotando de mi lengua bífida y atea, de conjurar más de algún mal al enemigo…
Tengo la sangre ardiente, pero siento que me consumo sola, que mi alegoría es dispar y abandonada, que mis deseos oscuros se pierden en corrientes existencialistas y puritanas.
Me gustaría poder tener una historia que contarte, que compré ropa interior sólo para vivir una noche de placer y ser más mala que todas las damas nocturnas han sido, que me pierdo en bolsillos rotos y sueños perdidos, que no alcanzo la suciedad de tus pensamientos, que quiero más de esto y de lo otro, que una señorita de piernas cubiertas y buenos modales se escapa a la callejera, maldita y blasfema  e indecente que aparece con/ sin querer
No tengo historias, no, yo soy parte de este texto, ni nunca me verás como viste a otras, ni nunca será lo que debí haber sido o quizás nunca quise ser, sin querer queriendo.