Me desplazo en la inconsciencia sudorosa, mientras el mínimo hálito nocturno me limita los sentidos, hasta el minúsculo átomo de pensamiento me perturba y no quedan más hebras de tinta que mendigar; ya no quedan más que bocanadas de humo que se asoman a horcajadas sobre mi boca y cenizas pálidas cubren el texto.
Si sólo supiera el día exacto en que murieron las letras y se derramaron lágrimas negras cubiertas de un sonido de bronce y luces de esmeralda.
Mientras mi cabello se alborota, mi niebla fugaz cubre las palabras muertas que parecen respirar, pero son de tiempo inconstantes, vacías y víctimas de presión involuntaria, que mientras más pido que salgan, retroceden lastimosas.
Sin saber cómo el sujeto objeto sigue prisionero de lo que quiero y no es y no será; es todo tan difuso y compleja la vida; es tan poco el tiempo que no tengo y pierdo y se van otra vez; no sé cuando el silencio que retumba en mis dedos llegará, sólo sé que agonizan con sangre de privilegios, de la realeza, azur de verano.
Si sólo supiera el día exacto en que murieron las letras y se derramaron lágrimas negras cubiertas de un sonido de bronce y luces de esmeralda.
Mientras mi cabello se alborota, mi niebla fugaz cubre las palabras muertas que parecen respirar, pero son de tiempo inconstantes, vacías y víctimas de presión involuntaria, que mientras más pido que salgan, retroceden lastimosas.
Sin saber cómo el sujeto objeto sigue prisionero de lo que quiero y no es y no será; es todo tan difuso y compleja la vida; es tan poco el tiempo que no tengo y pierdo y se van otra vez; no sé cuando el silencio que retumba en mis dedos llegará, sólo sé que agonizan con sangre de privilegios, de la realeza, azur de verano.