Me tomas suave, recorriendo cada punto de mi espacio y me despiertas con tu aliento furioso, hasta despejar cada una de mis dudas.
Y te llevas en tus brazos a cada ser diminuto que trasciende de tu ser, lo dejas a la deriva de todas las consecuencias que puedan surgir de tu furia y despiertas más de un corazón sigiloso que se esconde de tu expiración.
Me regalas una noche de vigilia, mientras yo me hundo pasiva entre los brazos de mi guarida nocturna.