Qué ganas de abrazarte, de quemar mi instinto fallido, de que sintieras mi instinto real, de darte todo lo que tengo.
De que alejaras los brazos, estiraras tu cabello, quemaras con celo tus ojos verdes, me odiaras de tanto amor, me cobijaras de tanta soledad, no huyeras por miedo y me dejaras disolverme en fríos de lágrimas ocultas.
Yo no tengo la culpa, te lo advertí, pero soy culpable de mí una y mil veces, de dejar que pasara y el cosmos nos uniera y desintegrara, que vieras la corteza y no el centro, que quisieras el papel de cambio y no el cambio en los papeles, de ser por siempre transparente, permitiendo ser resquebrajada por cuantos pies quisieran pisotearme.
Yo no tengo nada más que manos gordas, oscuras y simples; pensamientos infantiles, llanto voluntarioso, palabras con vida que se quedan en el limbo, comparadas con las vibraciones de otra, que sin duda tus manos te harán sentir orgulloso, de decir que son tuyas y compartir la alegría de sentirte amado.
Más que nada quise tu recuerdo y sólo me queda el mío sin cuerdas que tocar, porque aún no lo he aprendido, más bajo que mi silencio...
De que alejaras los brazos, estiraras tu cabello, quemaras con celo tus ojos verdes, me odiaras de tanto amor, me cobijaras de tanta soledad, no huyeras por miedo y me dejaras disolverme en fríos de lágrimas ocultas.
Yo no tengo la culpa, te lo advertí, pero soy culpable de mí una y mil veces, de dejar que pasara y el cosmos nos uniera y desintegrara, que vieras la corteza y no el centro, que quisieras el papel de cambio y no el cambio en los papeles, de ser por siempre transparente, permitiendo ser resquebrajada por cuantos pies quisieran pisotearme.
Yo no tengo nada más que manos gordas, oscuras y simples; pensamientos infantiles, llanto voluntarioso, palabras con vida que se quedan en el limbo, comparadas con las vibraciones de otra, que sin duda tus manos te harán sentir orgulloso, de decir que son tuyas y compartir la alegría de sentirte amado.
Más que nada quise tu recuerdo y sólo me queda el mío sin cuerdas que tocar, porque aún no lo he aprendido, más bajo que mi silencio...